viernes, 18 de enero de 2008

Bajo una palmera azul

Este lugar parece lleno de felicidad, aunque no acabo de comprender como fue que llegué aquí. Puedo ver que estás sentada debajo de una palmera azul. Escribes en un papel simbolos que me son imposibles de leer. Sin embargo, me hacen sentir bien.

Las noches son rojas, los días son más tenues. Me estoy volviendo viejo esperando, pero aun así siento que hago lo correcto. Me siento en la arena a tu lado y sonrío. Con un ojo observo detenidamente lo que haces, mientras el otro está perdido en el horizonte en la inexorabilidad del mañana. Extraños destellos emanan de tus manos, y obligan al alma a detener su marcha. No es muerte, es vida. Vida que gentilmente me compartes, y puede ser que aun no lo sepas.

Le tengo miedo a muchas cosas, le tengo miedo a las personas. Por eso vine aquí, para que me hagas olvidarlo todo. Solo tú puedes hacerlo, ya que el descanso decidió darme la espalda y no ayudarme nunca más. ¿Por qué entiendo de hielo siendo yo de aire? Exacto, en aire es en lo que me conviertes. Así podremos volar a donde nos lleve el destino.

1 comentario:

Catriela Soleri dijo...

Vaya vaya, cuando alguien nos convierte en solo aire, en todo al parecer, aunque aparente nada.

No se, es tan sublime y preocupante a la vez...