jueves, 15 de julio de 2010

El pueblo bajo el sombero de humo

Demasiado grande para los que hemos nacido,
muy pequeño para los que han venido.
Nadie encuentra la medida justa,
yo quiero hierro, tú quieres madera.

Entre huertos y naves industriales,
en la mira de ciudades capitales,
una villa no puede ser presa
de los que siempre la piensan sometida.

Una iglesia como la catedral,
pisos de protección oficial.
El aire limpio es una falacia,
procesión de muertos en la farmacia.

Cuando paséis por la autopista
que va paralela al mar,
si es de noche, alzad la vista,
veréis un cielo rojo y claro,
y encontraréis, muy cerca del hedor
el pueblo... el pueblo bajo el sombrero de humo.

Las chimeneas escupen veneno,
inmigrantes luchando por un destino,
niñas que dejan las escuelas
y de repente son madres y mujeres.

Los obreros no pueden cantar,
una radio les ha hecho callar,
los campesinos no tienen hambre,
ya no suena la vieja campana.

Y la luz de la tarde se fundirá
cada noche al encontrar al día siguiente,
nos sacaremos botas y ranas
en un bar enjuagaremos derrotas.

Cuando paséis por la autopista
que va paralela al mar,
si es de noche, alzad la vista,
veréis un cielo rojo y claro,
y encontraréis, muy cerca del hedor
el pueblo... el pueblo bajo el sombrero de humo.

Traducción de:

lunes, 3 de mayo de 2010

Instrucciones para contar una historia (Intento fallido)

En una conversación múltiple, el 13 de Enero de 2010, llegó un momento en el que nadie me respondió y me puse a hablar solo. Esto fue el resultado:

— Mientras el Caballo está ausente, Galerías está tomando un mostrador (taking a shower), Dulce se ha ido y Poul no contesta… ¡genial! ¡Es hora de quedarme a hablar solo!
Creo que me contaré una historia, si no me molesta.
— No, claro que no… adelante, comienza la historia.
Pues bien, había una vez un calcetín…
— ¿Con rombos?
No, este calcetín no tenía rombos.
— Buuuuuu.
Pero sí era chileno, no te preocupes.
— ¡Yeeeeeeeeei!
Al principio, porque luego emigró al norte de su continente y se nacionalizó colombiano.
— ¿A dónde quieres llegar?
A Miami, pero primero hay que conseguir la coca en Colombia.
— Ah, pero en Miami también hay coca… ¡y muchísima!
¿En serio?
— Sí, ¿qué no viste nunca Scarface?
¡Ah, cierto! La última escena, donde Tony adquiere superpoderes por la montaña de coca en su escritorio.
— Así es.
Bueno, entonces no tiene caso pasar a Colombia.
— Sí, mejor comienza la historia otra vez.
Bueno, había una vez un delfín…
— ¿De Miami?
Claro, ¿de dónde más son los delfines?
— Tienes razón.
Bueno, como iba diciendo, había una vez un delfín de Miami…
— Cuando dices "delfín de Miami", ¿te refieres a un delfín delfín o a un jugador de fútbol americano?
Pues desde luego que a un jugador. ¿Cuándo has visto un animal delfín aspirar coca?
— Bueno, nunca… pero eso no quiere decir que no puedan. Probablemente un alma caritativa algún día se acerque a la orilla de un acuario y le lleve un poco de coca al delfín.
¿Qué te imaginas que pasaría si se la metiera?
— ¿Sería un delfín hiperactivo?
Pues no lo sé, por eso te pregunté qué era lo que imaginabas… pero bueno, ¿en qué estaba?
— En "un delfín de Miami", no has pasado de ahí. Eres pésimo para contar historias, ¿sabes?
Pues no se puede avanzar si tienes a alguien que interrumpe todo el rato.
— ¿Quién?
¿Cómo que quién? ¡Pues tú!
— ¿Yo? ¡Pero si yo soy tú!
¿Que yo soy tú?
— No, no. Tú eres yo, ¡no me confundas!
Bueno, dejaré de confundirte. ¿Quieres que te cuente una historia sí o no?
— Ní. So. Hmmm, como quieras.
Bueno, aquí va. Había una vez un delfín de Miami…
— Oye, ¿no puede ser mejor un bronco de Denver?
Hmmm, pues si a esas vamos, ¿no quieres de una vez que sea un gigante de Nueva York?
— ¡Ay, no mames! Eso suena muy fantasioso, ¿cómo gigantes en Norteamérica? Estábamos con animales, ¿no?
Ok, pues… Había una vez un bronco de Denver, era de color…
— Colorado.
¿Eh?
— Sí, que el bronco de Denver tiene que ser colorado.
¿Por qué? ¿Sólo porque están en Colorado? Pues, por si no lo sabías, el bronco de esta historia era blanco, como el escudo de los broncos de Denver.
— ¡Ay, sí! ¡Ay sí!… ¡No quiero oír la historia de la mascota de un equipo de fútbol americano!
Bueno, ¿y qué tal de una mascota de un equipo de fútbol soccer?
— Nah, la verdad no me interesan los deportes, solamente las historias.
Entonces, ¿qué te gustaría escuchar?
— ¿Por qué no me cuentas cómo ocurrió la colonización de la Antártida?
¿De qué carajos hablas? ¡La Antártida jamás fue colonizada!
— ¡Agh! Ahí vas otra vez de aguafiestas, ¿no entiendes el concepto "ficción"?
Ya, está bien. Te contaré la colonización de la Antártida. Hace mucho tiempo…
— ¿Hace mucho tiempo cuando fue? ¿Antes de Jesucristo?
¡Agh! Bueno, en 1937, un marino británico llamado Sir Ethan Waybourne, que había servido al Imperio Británico en Australia, decidió…

Y ahí se acabó la historia, porque Caballo dijo: 
«Leería todo esto, pero mejor no. Tengo mucho sueño. Descansaré un rato antes de ir al cine».

lunes, 8 de marzo de 2010

Jo conec (Yo conozco)

Jo conec aquestes mans. M'han escrit paraules que provoquen somriures i travessen l'ànima. M'han agraït per haver vigilat mil somnis i construït altres tants. M'han donat un núvol, m'han indicat el camí, m'han fet tan feliç… i, tanmateix, mai les he tocat.

Jo conec aquests ulls. M'han dit que compartim les pors, però que hem de seguir. M'han vist trist, cansat i fart del món i d'aquells que es fan dir amics i, malgrat tot, m'han tranquil·litzat. M'han fet anar més enllà de qualsevol límit i m'han permès viatjar, per breus instants, a un cel ple de tendresa… i, tanmateix, mai els he vist de prop.

Jo conec aquests llavis. M'han embruixat lentament amb el pas del temps. M'han parlat del passat, del futur i d'un present que no és el nostre. M'han fet saber que, encara que em trobi perdut i sol, tu sempre seràs amb mi… i, tanmateix, mai els he besat.

 • • •

Yo conozco esas manos. Me han escrito palabras que provocan sonrisas y atraviesan el alma. Me han agradecido por haber vigilado mil sueños y construido otros tantos. Me han dado una nube, me han indicado el camino, me han hecho tan feliz… y, sin embargo, jamás las he tocado.

Yo conozco esos ojos. Me han dicho que compartimos los miedos, pero que debemos seguir. Me han visto triste, cansado y harto del mundo y de aquellos que se hacen llamar amigos y, a pesar de todo, me han tranquilizado. Me han hecho ir más allá de cualquier límite y me han permitido viajar, por breves instantes, a un cielo lleno de ternura… y, sin embargo, jamás los he visto de cerca.

Yo conozco esos labios. Me han hechizado lentamente con el paso del tiempo. Me han hablado del pasado, del futuro y de un presente que no es el nuestro. Me han hecho saber que, aunque me encuentre perdido y solo, tú siempre estarás conmigo… y, sin embargo, jamás los he besado.

sábado, 2 de enero de 2010

El preu de l'aprenentatge (El precio del aprendizaje)

Jo ús ulleres perquè de petit no em creia el que em deien si no ho comprovava per mi mateix. Em van dir: «No miris el Sol directament, et danyarà teus ulls». No ho vaig creure, i vaig haver de mirar el Sol fixament. Des d'aquell moment vaig aprendre que qualsevol aprenentatge té un preu, i que hi ha coses que per aprendre-las s'ha de pagar amb la vida.

• • •

Yo uso lentes porque de pequeño no me creía lo que me decían si no lo comprobaba por mí mismo. Me dijeron: «No mires al Sol directamente, te va a dañar los ojos». No lo creí, y tuve que mirar al Sol fijamente. Desde ese momento aprendí que cualquier aprendizaje tiene un precio, y que hay cosas que para poder aprenderlas se tiene que pagar con la vida.