No quiso hablar de mí, tampoco quiso hablar de tí. Tan sólo dijo que quería alejarse de todo, que se había fastidiado de la vida, que ya no le producía placer alguno el sonreír. Lentamente se dio la vuelta y caminó hacia la noche. Cada paso que daba representaba para ella una lacerante lucha entre sus principios y sus sentimientos, entre sus ilusiones y sus sueños, pero sobre todo, entre su realidad y mi mundo de ficción.
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