martes, 25 de marzo de 2008

Espíritus arcaicos

Cara a cara nos encontramos un campo de batalla desierto. El sol estaba por ponerse. Vi tus ojos llenos de determinación, aunque también vi que no deseabas matarme. No se que hayas visto tu en mis ojos, pero deseaba que todo terminara pronto para que nos fuéramos de ahí sin hacernos daño. Sabía que la pelea debía efectuarse, eso jamás lo dudé... pero aun así me rehusaba a hacerte daño. Escuchamos como pasaba el viento y nos dedicamos una última sonrisa antes de comenzar.

Nos retiramos unos 30 metros de distancia uno del otro para poder convocar a nuestros combatientes de antaño. Cerré mis ojos y de mis memorias saltaron al campo cuatro espíritus amarillos que se colocaron alrededor de mí. Sus caras aun eran de humo, pero al cabo de unos segundos se fueron definiendo. Me saludaron de una manera arcaica y tardé un poco en reaccionar.

Volví a mirar donde estabas. Te acompañaban espíritus rojos, y superaban por mucho en número a mis espíritus amarillos. Sentí un poco de miedo pero aun así avancé. Confié en mis combatientes y creí que esos espíritus rojos que te acompañaban serían fáciles de vencer. Me equivoqué. Mis combatientes lucharon arduamente y dieron todo de sí mismos, pero terminaron desvaneciéndose en polvo. No logré derrotar a un sólo espíritu rojo. Me habías vencido, y estaba tendido en el suelo.

Corriste hacia donde estaba y te inclinaste. Me diste la mano y me ayudaste a levantarme. Lo que había deseado se había cumplido: nadie te hizo daño. Te miré e iba a despedirme, pero me interrumpiste. Me dijiste que ahora mi color sería rojo y que no me alejaría de ti nunca más.

1 comentario:

Poul dijo...

El primer párrafo me recordó tanto a silent Sunset.

Me encantó lo del color rojo.