martes, 28 de octubre de 2008

Criterios refinados (Parte I)

El aceite, dorado como la copa que lo contenía, aguardaba ansiosamente el momento de su uso. A unos centímetros de él, en el mismo estante, se encontraba el agua dentro de su botella brillante y cristalina. El aceite sabía que la gente lo necesitaba poco, y eso le entristecía. Escuchó al agua revolotear dentro de su botella y se dijo:

-Quisiera ser más como ella. Sé que las personas la usan para casi cualquier cosa, en cambio a mí solo me utilizan cuando deben cocinar sus alimentos. Le pediré algún consejo.

Pasó mucho tiempo meditando sus palabras, esperando la oportunidad para decirlas. De repente sucedió...

-Oye, agua, quisiera ser como tú - dijo el aceite.
-¿Quién dijo eso? - preguntó el agua, mirando rápidamente hacia todos lados y agitandose en su botella.
-Yo, el aceite - respondió -. Estoy aquí dentro de la copa, por eso no me puedes ver.
-Ah, vale - dijo el agua -. Disculpa, pero no me fío de extraños a los que no puedo ver.

El aceite se sumergió en un profundo silencio. Se sintió triste y no sabía que hacer. Pensó que quizá no debió haber sido tan directo con sus palabras, aunque, por otro lado, también entendía la desconfianza del agua. De pronto, absorto en sus pensamientos, se quedó profundamente dormido.

Cuando despertó vio que ya no estaba en la copa: se encontraba en una hermosa botella de cristal. A su lado había una botella idéntica, y en su interior se encontraba el agua. Se sorprendió y miró a su alrededor buscando una pista. El agua pareció notarlo y dijo:

-Sucedió anoche - explicó -. La cocinera vino con estas botellas vacías y nos puso en ellas.
-Vaya, creí que tu siempre habías estado en esa botella - dijo el aceite.
-No, antes estaba en una más pequeña - aclaró el agua.
-Por un momento imaginé que mi sueño se había vuelto realidad - expresó el aceite.
-¿Qué sueño? - inquirió el agua - ¿El de ser como yo?

Al aceite le sorprendió que el agua se acordara de aquella única conversación que habían tenido y le dijo:

-¿Cómo es que aun recuerdas eso? Creí que mis palabras no te importaban.
-No es eso - dijo el agua -. Lo que pasa es que si no te veía no podía estar segura.
-¿Segura de qué? - preguntó el aceite.
-Segura de que estuvieras siendo sincero.

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