lunes, 30 de junio de 2008

Agua indiferente al viento

El día que la sangre pierda su valor,
y que los campos se sequen y marchiten con palabras vanas;
ese será el día en que deberé morir.

El día en que tus pensamientos no me hagan sonreír más,
y que toda luz se disipe entre almas en permanente pena;
ese será el día en que deberé marchar.

Mi deseo no hará cambiar las cosas,
mis anhelos disminuirán conforme pase el tiempo;
de eso he sido advertido en tantos cientos de sueños.

Cuanto quiero decir en otros tiempos se ha dicho ya,
y hasta que no encuentre una manera firme
no podré vivir en paz.

No hay comentarios: