Cuando una palabra no puede salir, se produce un dolor inmenso tan sólo comparable al insulto del mejor amigo. Cuando ese dolor se mezcla con una ausencia y se acompaña de dudas, se tiene a punto el veneno perfecto para inducirse al suicidio. Hecho esto, ya no hay imposibles para terminar lo que nunca ha comenzado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario