martes, 26 de agosto de 2008

A la espera de que se avecine el trueno...

Los campos eran verdes de nuevo. No había nada más que hacer que contemplarlos. ¿Cómo había sucedido todo? No lo sabía con certeza, pero aun seguía sentado a la orilla del barranco; en la frontera de las decisiones, en el territorio de lo improbable: entre mi mente y la tuya.

El silencio se ha encargado de describirme y mis sueños de recordarte. ¿Realmente había vuelto todo a la normalidad? Seguía percibiéndose un ambiente oscuro, más familiar cada vez. Quise convencerme de que debía olvidarme de todo, pero el misterio de tus ojos me mantiene atado aquí.

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