lunes, 31 de diciembre de 2007

Inodoro-Bidet

El viernes pasado, mientras estaba en la casa del padrino de bautizo de mi hermano Esteban, la plática tomó un curso inusitado: comenzamos a hablar de inodoros, y de lugares raros donde hemos defecado. Bueno, realmente solo mis papás y los padrinos de mi hermano estaban hablando, y nosotros tres (yo y mis hermanos) solamente esuchabamos, pero el punto es que me enteré de una cosa curiosa que desconocía totalmente: en la casa donde vivió mi mamá de niña en Cd. Obregón, Sonora existió un inodoro-bidet.
Casualmente uno de estos días anteriores estuve hablando con Mariana acerca de bidets a raíz de un comentario que ella había descubierto. Pues fue extraño descubrir esto del inodoro-bidet, pero aquí les relato más o menos cómo estuvo la cosa.
Resulta que hace tiempo mi abuelo Fausto iba a tocar a un club al que llamaban Olímpico. Sucedió un día que remodelaron los baños de aquel lugar y mi abuelo (Papanino, como siempre lo llamamos aunque nunca lo conocimos mis hermanos y yo) se llevó uno a su casa. Ahí lo instalaron y a raíz de limpiezas excesivas con ácidos y abrasibos se abrió un pequeño agujerito. Lo sorprendente fue que al bajarle estando sentado un chorrito de agua fluía exactamente al ano facilitando su limpieza posterior.
Cuando me enteré de eso pregunté que donde estaba ese baño, y me dijo mi mamá que aun sigue ahí. Ahora solo puedo decir una cosa: ¡LO QUIERO! Quiero ese inodoro aunque sea lo único que me dejen de herencia. Tengo que hacer lo posible por conseguirlo.